El mundo enfermo y moribundo
Pedro Héctor Rodríguez
Hay muertos en combates, hay lamentos de heridos
En guerra y destrucción está sumido el mundo
En pantanos de vicios hay millones hundidos
La enfermedad castiga sin respetar edades
Hay pleitos, hay rencores, enemistades y odios
y muchos corazones son nidos de maldades
Hasta la tierra tiembla y se desborda el mar,
Los vientos despiadados de huracanes furiosos
lanzan inundaciones que nos quieren ahogar
Caen granizos gigantes, tormentas invernales
El hambre clava en muchos sus infernales garras,
y gime el pobre mundo con dolores mortales
Hay, sin embargo, fiestas, hay bailes, hay canciones,
Eventos deportivos de emociones cargados
Se logran por la ciencia grandes realizaciones
Hay dramas y comedias para entretenimiento
Para el aburrimiento parece no haber sitio
A veces pareciera que el mundo está contento
Opuestas realidades: Un mundo en sufrimiento,
que lucha por lograr diversión y alegría
que explora muchas rutas para encontrar aliento
Es el mundo cual dama que cuida su apariencia,
que está, por un cruel cáncer, sentenciada a morir,
mas bajo el maquillaje, esconde su sentencia
Por tanto, no dejemos que el adorno del mundo
nos arrastre consigo al fondo del abismo
Recordemos que está enfermo y moribundo
Contemplemos a Cristo; quien ganó la victoria
sobre el cruel enemigo, que hirió de muerte al mundo
Viene pronto a llevarnos a su reino de gloria
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Limonada educacional
Pedro Héctor Rodríguez
Agua, azúcar y limón,
en correcta proporción,
es la fórmula probada
de la buena limonada
Tienes el agua, tu niño
Ponle azúcar, el cariño
Pon disciplina, el limón,
en correcta proporción
Con disciplina y cariño,
en correcta proporción,
podrás formar a tu niño
para eterna salvación
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
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Zaldívar y Sarmiento
Pedro Héctor Rodríguez
Zaldívar lo cocinaba
y Sarmiento lo servía
Era alimento de Dios
con sabor a poesía
Zaldívar era poeta,
Sarmiento, declamador
Ambos eran siervos fieles
que servían al Señor
Enseñaban su Palabra
Llevaban almas a Cristo
Ayudaban a su pueblo
para que estuviera listo
Todavía queda el eco,
resonando en mis oídos
en que Zaldívar advierte
de la flor junto al abismo
La flor que con su perfume
tienta al joven caminante,
para que al querer tomarla,
ruede al abismo y se mate
Esa flor es el pecado
Y él nos alerta en su verso:
“Todo pecado en sí mismo,
Aunque parezca pequeño
Y te ofrezca un bello sueño,
Es la flor junto al abismo”
Todavía oigo a Sarmiento
declamar con maestría
los versos de “El Sembrador”
que del alma le salían
Y aunque muchos se cansaran,
el sembrador proseguía
muchas semillas regando,
y con convicción diciendo:
“Hay que vivir sembrando”
“Siempre sembrando”
Aunque los dos ya descansan,
sus versos aún nos exhortan
a caminar junto a Cristo
sin dejarnos desviar
por el pecado maligno,
que ofreciendo bellos sueños
“es la flor junto al abismo”;
y a no cesar en la siembra
del Evangelio de Cristo.
para que cuando él regrese,
haya abundante cosecha,
de pecadores salvados
“Hay que vivir sembrando”
“siempre sembrando”
Gracias, Señor, por amarnos
Gracias por estos dos siervos,
por el poeta Zaldívar,
y el declamador Sarmiento
Honrando la memoria y la parte poética del legado de los pastores Virgilio Zaldívar y Osvaldo Sarmiento; quienes sirvieron en la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Cuba
Marzo 2019
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Humillación y exaltación
Pedro Héctor Rodríguez
Señor, aquí no puedo ver tu rostro
Por mucho que me estire no te alcanzo;
mas me postro, siguiendo tu consejo;
y en un instante. hasta el cielo avanzo
Porque no es exaltándome, Señor,
ni es escalando que puedo alcanzarte,
sino que mostrando el candor de un niño
es que consigo sin temor mirarte
Permíteme, Señor, nunca olvidar
que, dejando tu cima, te humillaste;
y a mi hondo abismo viniste a buscarme,
aunque horribles heridas te causaste
Si tú, para buscarme, te humillaste,
para encontrarte, yo me humillaré
Humillado, podré alcanzarte hoy
Y cuando regreses, contigo iré
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