Mis maestros
Pedro Héctor Rodríguez
Son mis maestros
los errores que, torpe,
tanto cometo
Son mis maestros
las molestas espinas
que me lastiman
De mis maestros,
a veces, quejas tengo,
y me resiento
A mis maestros,
aún si me resiento,
escucho atento
Mis maestros tienen
muy sabias enseñanzas
que me convienen
Por el momento,
de mis duros maestros
sigo aprendiendo
Gracias, Señor,
por los maestros duros
que da tu amor
Muy pronto ya,
los maestros de acá
no más tendré
No más espinas
con punzantes dolores
No más errores
Con Cristo iré,
y a sus pies, a aprender,
me sentaré
Jesus, Maestro,
de mi escuela decano,
tu amor proclamo
Maestro hoy,
para siempre maestro,
a ti me doy
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Náufragos del Titanic
Pedro Héctor Rodríguez
El Titanic tropezó,
en la noche oscura y fría,
con un témpano de hielo
Horas más tarde se hundía
Tripulantes y viajeros
que trataban de salvarse,
agarrarse procuraban
de cualquier cosa flotante
Escuchemos esta historia
que allá en Hamilton, Ontario;
en una iglesia contó
de aquel naufragio un salvado
-“Aquella noche en el agua,
torturado por el frío,
queriendo sobrevivir,
luchaba a brazo partido
“De repente me encontré
frente a un hombre que flotaba
El me hizo una pregunta
con penetrante mirada
“ '¿Eres salvo?' dijo el hombre,
en quien yo reconocí
al predicador John Harper;
quien también luchaba allí
“ 'No soy salvo pastor Harper'
El entonces me exhortó
con palabras de la Biblia
que pronunció con pasión
“ 'Cree en el Señor Jesús
Cree, y salvo serás'
Pero apenas dijo esto
no lo pude ver ya más
“Mas el vaivén de las aguas
nos reunió nuevamente
y nuevamente John Harper
me preguntó ansiosamente:
“ 'Y ahora, ¿Eres ya salvo?'
Y yo, con sinceridad,
le dije: 'Salvo no soy
Esa es la pura verdad'
“El, de nuevo, con pasión
dijo: 'Cree en el Señor
Jesucristo y serás salvo'...
Harper era un buen pastor
“Al instante, nuevamente,
a Harper perdí de vista
y en la oscuridad y el frío
anhelé la eterna vida
“Las palabras del pastor
calentaron mi alma fría
y a mi Salvador Jesús
entregué la vida mía
“No sabía si del agua
alguien sacarme podría;
pero allí yo fui salvado
porque Cristo me dio vida
“Harper no sobrevivió,
pero en su postrera hora
ganó para Cristo un alma
que hoy a Jesús adora
“Soy el último converso
de John Harper, el pastor,
que hacia las almas perdidas
estaba lleno de amor”
Así contó su experiencia
con el buen predicador,
el hombre que por su medio
encontró a su Salvador
¡Qué ejemplo para imitar!
En sí mismo no pensaba
Aún al borde de la muerte
procuraba salvar almas
Y tú, mi querido amigo,
que también has naufragado,
y que a punto estás de ahogarte
en este mar de pecado
Como el hombre de la historia,
cree en Jesús, el Señor,
Tú también has de ser salvo
por su poder y su amor
Basado en una anécdota publicada en “SURE AS THE DAWN” Daily Meditations for Adults por Donald Ernest y Vesta West Mansell (Copyright 1993) Review and Herald Publishing Association. Lectura correspondiente a Noviembre 13.
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Ofrendas vivas
Pedro Héctor Rodríguez
Colectando la ofrenda, en la iglesia los diáconos
van por todas las bancas, van pasando los platos
Los presentes ofrendan, como en cada reunión
Parece rutinario lo que allí está pasando
Mas uno de los diáconos pasa un momento raro;
porque un niño ha trabado la manga de su saco
Es un niño que trata de obtener su atención
Resulta para el diácono, extraña situación
El diácono desea continuar su labor,
y trata de zafarse de la mano del niño;
pero a su manga el niño aplica más presión
El diácono, realmente, se siente confundido
Y trata con más fuerza de zafarse del niño,
porque quiere seguir haciendo su labor;
mas el niño insistente, aprieta con más fuerza;
pues quiere a toda costa, del hombre la atención
El confundido diácono, al niño, finalmente
dirige su atención y mira fijamente
El niño le susurra para que el hombre entienda,
y ponga sobre el piso el plato la ofrenda
Entonces el pequeño sobre el plato se para,
y con gran convicción, muy solemne declara
palabras que reflejan a Dios su gran amor
-"Toma mi vida entera. La entrego a ti, Señor"
¿De un niñito inocente emoción pasajera?...
No. Entrega de su ser para una vida entera
Aquel pequeño niño amando a Dios creció,
y predicó en el Africa a Cristo el Salvador
¿De un niñito inocente emoción pasajera?...
No. Entrega de su ser para una vida entera
Aquel pequeño niño amando a Dios creció,
y predicó en el Africa a Cristo el Salvador
¿Su nombre? Robert Moffat, que al llamado de Dios,
como una ofrenda viva, se entregó plenamente
Y así pudo llevar el mensaje glorioso
de vida y salvación al pecador sufriente
Y su historia me inspira a darme sin medida
al Señor compasivo que por mi dio su vida
Quiero ser mensajero que pregone su amor
Como una ofrenda viva, me enrego a mi Señor
Cuando a la iglesia lleves tu ofrenda monetaria,
piensa que esto es apenas, una entrega menor;
y date enteramente a quien te ha dado todo
Como una ofrenda viva, entrégate al Señor
Basado en una anécdota de la vida de Robert Moffat, publicada en “SURE AS THE DAWN” Daily Meditations for Adults por Donald Ernest y Vesta West Mansell (Copyright 1993) Review and Herald Publishing Association. Lectura correspondiente a Julio 12
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Semillas del destino
Pedro Héctor Rodríguez
Si siembras un pensamiento, una acción cosecharás;
y al repetir esa acción, un hábito formarás
Y la suma de tus hábitos, tu carácter formará;
y el carácter tu destino eterno decidirá
De modo que tu destino comienza en tu pensamiento,
lo que siembras en tu mente, del día en cada momento
De ti depende sembrar la semilla del destino
Siembra en tu mente a Jesús, y vida eterna es tu sino
Si dejas que el enemigo siembre semillas de mal,
con él vas a compartir su destino tan fatal
Son las semillas de mal, la mentira, la impureza,
el desaliento, la duda, la codicia y la pereza
Pero al sembrar a Jesús, cosechas actos de amor
que forman hábitos santos y un carácter triunfador
No vaguen tus pensamientos por inseguros caminos
Haz de Jesús en tu mente tu semilla del destino
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
© 2024 PastorPedroRodriguez.com