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La batalla mayor
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La batalla mayor
Pedro Héctor Rodríguez
En los campos de batalla, ruge el potente cañón,
vomitando su metralla, que mata sin compasión
Los soldados enemigos, usando sus armas, tratan
de conseguir la victoria, y así se hieren y matan
Ocurren constantemente muchas batallas sangrientas
Son como fieras salvajes; de sangre, siempre sedientas
Mas la batalla sangrienta, con su espanto y con su horror,
comparada con la otra, es la batalla menor
La otra, la que se libra del hombre en el interior,
es la batalla más cruenta, es la batalla mayor
En contra del ser humano, lucha su yo pecador,
el cual obra como esclavo de Satán, el tentador
Ese yo pecaminoso cede ante la seducción,
o cobarde, se somete a la fuerte imposición
Pero en quien acepta a Cristo, nace un ser espiritual,
que con denuedo batalla en contra del yo carnal
Estas dos naturalezas libran batalla mortal
Una tendrá que morir; la otra saldrá triunfal
La lujuria, la avaricia, los celos y la mentira
son como dardos de fuego, que el vil tentador nos tira
Mas la oración, cual el aire, a nuestro espíritu alienta,
y la Palabra de Dios, cual el buen pan, alimenta
Entonces crece la fe, cual escudo protector,
capaz de apagar los dardos que nos lanza el tentador
En la batalla mayor, es la fe quien nos conecta
a Jesucristo el Señor, quien su fuerza nos inyecta
Vamos a salir triunfantes en la batalla mayor,
si con oración y estudio reforzamos nuestra fe
en Jesús, el vencedor
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo.
Su voz y su presencia
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Su voz y su presencia
Pedro Héctor Rodríguez
Oigo la voz de Dios, mas no con mis oídos
Disfruto su presencia, mas no con mis sentidos
Su voz y su presencia percibo en mi interior
Me alienta o me reprende, mas siempre con amor
¿Cómo puedo saber que esta percepción
no es solamente el fruto de mi imaginación?...
Lo sé porque me habla de acuerdo a lo que él
me revela en la Biblia, que es su Palabra fiel
Y porque quiero hacer sólo su voluntad,
de acuerdo a su promesa, me guía a la verdad
Su voz me da consuelo cuando tengo aflicción,
me alerta cuando acecha la sutil tentación
Su voz acalla el viento cuando la tempestad
quiere hundirme en el mar de temor y ansiedad
Su voz también reprende cuando su voluntad
transgredo por descuido o necia terquedad
Su presencia me inspira a mi vida gastar
en anunciar que Cristo vino al mundo a salvar
Su voz me urge a ir, y a todos anunciar
que muy pronto en su gloria, Jesús va a regresar
Su voz y su presencia, que hoy conmigo están,
hasta que Cristo venga, conmigo seguirán
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Es tiempo de velar
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Es tiempo de velar
Pedro Héctor Rodríguez
En el ocaso triste de un mundo envejecido,
de un mundo lleno de odios, miserias y maldad,
un canto de sirenas resuena en los oídos
Profetas engañosos predicen amistad,
enarbolando el lema: “ Seguridad y paz”
Mas la aparente calma presagia el vendaval
Seguridad y paz es una vil mentira
Es una artera trampa del príncipe del mal
Están al desatarse los vientos de la ira
Ya se nos echa encima la gran prueba final
¿Estás para esa prueba preparando tu vida?
¿O duermes al arrullo del lema engañador,
pensando que el Señor se tarda en su venida?
Hermano, ¿Por qué duermes un sueño tan traidor?
Despiértate que pronto regresará el Señor
El fin es inminente, mas viene sigiloso
Con rapidez felina, se dispone a saltar
Los días que nos quedan son dones tan preciosos,
que ni un solo minuto se puede malgastar
Despiértate, mi hermano, es tiempo de velar
Velar sobre el carácter, para limpiarnos ya
de toda la inmundicia que ensucia el corazón,
teniendo como meta la plena santidad,
y escalando alturas hacia la perfección,
transitar por la senda sin mirar hacia atrás
¿Y mirar hacia el lado? ¿Juzgar a nuestro hermano?...
¡No! Dejad ese pecado, es Dios quien juzgará
Y en la balanza eterna tú y yo somos pesados
No mires a tu hermano, no le critiques más
Examínate tú para ver cómo estás
Compárate con Cristo, y así comprenderás
que quedan en tu viña malezas que arrancar
Desnudo, pobre y ciego, cual eres, te verás,
si empiezas ahora mismo tu vida a examinar
Despiértate, mi hermano, es tiempo de velar
Mas no te desanimes, mirando a tu pobreza
Hay tesoros en Cristo, para poder triunfar
No mires hacia abajo, levanta tu cabeza
A Cristo y sólo a Cristo es hora de mirar
Despiértate, mi hermano, es tiempo de velar
Es el tiempo de orar, pidiendo santidad,
de proclamar que Cristo va pronto a regresar,
de cavar en la Biblia, buscando la verdad
Es tiempo de humillarnos, es tiempo de ayunar
Despiértate, mi hermano, es tiempo de velar
Este poema forma parte de mis libros "No desmayes, peregrino" y "Ven a buscarnos, Señor" y , los cuales pueden ser adquiridos en amazon.com
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Ven, amor primero
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Ven, amor primero
Pedro Héctor Rodríguez
Basado en el mensaje de Cristo a la Iglesia de Efeso
Nostalgia tengo de mi primer amor
Sentirlo una vez más quisiera;
y que riegue mi alma su rocío
¡Oh, mi primer amor, si hoy volvieras!
Si vinieras con tu fuego abrasador
a quemar mi tibieza y mi egoísmo,
a tenderme una cuerda salvadora
que me impida rodar hasta el abismo
Oh, mi primer amor, aquel que un día
rompió con su potencia mis cadenas,
y trajo una alborada de alegría,
dejando atrás la noche de mis penas
Por qué te has ido, mi amor primero?
Sin ti se escapa mi libertad
Ya las cadenas atarme quieren
en sus prisiones de oscuridad
Ya sé, te has ido mientras dormía
el sueño ingrato de mi pereza,
y en mi letargo no percibía
que te esfumabas con tu grandeza
Grandeza, sí, que sólo tú,
amor bendito, puedes sembrarla
en el campo estéril de mi vida,
y sin ti, no puedo cultivarla
¡Ah, por ventura, ya he despertado!
Mas, ¿Quién me trajo de mi sopor?...
¿Has sido tú el que me has llamado?...
Sí, tú mismo fuiste, primer amor
¿Es que también tú quieres volver,
sin hacer caso de mi traición?...
Ven ahora mismo, mi amor primero
Ven y haz tu nido en mi corazón
Ven, y amaré con tu quemante fuego;
y daré de mi vida lo mejor,
arrancando de manos esclavas
las cadenas de odio y dolor
Y llevando los rayos fulgentes
de tu llama, que arde en la cruz,
donde Dios humillado padece,
para darnos un mundo de luz
Ven ahora mismo, que sin ti muero
Llena mi vida con tu pasión
Ven ahora mismo, mi amor primero
Ven, y haz tu nido en mi corazón
“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído; y arrepiéntete, y haz las primeras obras.”
Apocalipsis 2: 4-5
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
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