La esperanza que purifica
Pedro Héctor Rodríguez
Mundo cubierto de sombras, corazones desgarrados
Almas errantes y tristes, prisioneras del pecado
Escuchad esta promesa que un día hiciera el Señor:
"En la casa de mi Padre, allá en el reino de amor,
donde moradas hay muchas, lugar les prepararé
Quiero que estén a mi lado, por eso vendré otra vez"
Es la más dulce promesa que jamás se haya escuchado
El más hermoso mensaje que jamás se ha proclamado
Del drama de las edades, será éste el acto crucial
Cristo viniendo en las nubes con su escolta angelical,
a recoger la cosecha de las almas redimidas
por su sangre generosa, sobre aquella cruz vertida
Ya este mundo envejecido da las señales del fin
Ya la tierra se estremece de un confín a otro confín
Los hombres se hacen la guerra, sembrando ruina y horror
Hay opresión y maldad, y se ha enfriado el amor
La angustia seca a los hombres, lacerando el corazón,
y se anuncia el Evangelio a toda tribu y nación
Y aquel Varón de Dolores, angustiado y afligido,
aquel que fuera azotado, vejado y escarnecido
regresa ahora glorioso, a poner punto final
a tanta muerte y pecado, a desterrar tanto mal
Viene para abrir las tumbas y otorgar eterna vida
Viene a llevar a sus hijos hacia la Patria querida
Amigo triste y errante, prisionero del pecado,
no tienes que perecer por tu transgresión manchado
Cristo se ofreció por ti, Cristo te puede librar
La sangre de Jesucristo puede tus manchas borrar
Hay para ti una esperanza que puede purificarte
Es la feliz esperanza de que volverá a buscarte
Prepárate a recibirlo, porque muy pronto será
Las señales que él dejó están cumpliéndose ya
El Señor te está llamando, no tardes tu decisión
Arrepiéntete ahora mismo, y habrá para ti perdón
Y cuando él se manifieste, en el gran día final,
será tuya para siempre la hermosa Patria Inmortal
Este poema forma parte de mis libros "No desmayes, peregrino" y "Ven a buscarnos, Señor" y , los cuales pueden ser adquiridos en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Monte Carmelo
Pedro Héctor Rodríguez
Monte Carmelo, lugar donde Elías desafió
a Israel que vacilaba entre Dios y un falso dios
Los profetas de Baal invocaban a su dios,
pero Baal no existía; por tanto no respondió
Entonces oró Elías a Jehová el Dios viviente,
y el Eterno respondió enviando fuego ardiente
Aquel fuego consumió el sacrificio ofrecido,
símbolo de Jesucristo, el Salvador prometido
Y el pueblo que vacilaba, al Señor reconoció;
y postrándose, dijeron: Jehová es Dios, Jehová es Dios
Falsos profetas y dioses, el pueblo allí rechazó;
y al único Dios viviente, su corazón entregó
Y postrándose el profeta por lluvia abundante oró,
que como Espíritu Santo, del cielo se derramó
Hoy, en el tiempo del fin, muchos profesos cristianos
vacilan entre el Señor y mandamientos humanos
Por tanto el pueblo Adventista debe llenarse de celo,
como el Elías moderno, sobre este Monte Carmelo
Debes, mi querida iglesia, dar un mensaje de amor,
llamando al pueblo a adorar al único Creador
Y presentar ante todos a Cristo crucificado,
cuya sangre derramada limpia de todo pecado
Y el Señor responderá con fuego tu petición
Y su palabra dará su sello de aprobación
Entonces el Israel moderno decidirá
seguir a Jehová su Dios, y no más vacilará
Falsos profetas y dioses, abandonará la gente
Y la lluvia del Espíritu caerá abundantemente
Elías, busca al Señor, entrega tu corazón
Escudriña su Palabra, y búscalo en oración
Y sobre el monte Carmelo, proclama con gran fervor
su fe y sus mandamientos, porque ya viene el Señor
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Luz para los que pernoctan
Pedro Héctor Rodríguez
Si al transitar tu camino la noche te sorprendiera,
y pernoctar sin un techo, la obscuridad te impusiera;
alza tus ojos al cielo, donde brillan luces bellas
de las bombillas de gas, a las que llaman estrellas
Si una bombilla muy grande de ver tienes la fortuna,
es la reina de la noche, a la que llaman la luna
Aunque mucho más pequeña que las estrellas es ella,
y aunque no tiene luz propia, es ella la luz más bella;
porque su faz está expuesta a la luz que el sol emana
Ella en el oscuro cielo, es de luz una ventana
Aunque muy pequeño seas, y luz propia no poseas.
vuelve tu faz a Jesús, y reflejarás su luz,
y de almas que pernoctan, en tinieblas sumergidas,
tú con la luz de Jesús, podrás alumbrar las vidas
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Dos corazones traspasados
Pedro Héctor Rodríguez
En un campo de batalla se enfrentan
dos fuerzas de países enemigos
De repente, frente a frente se encuentran
dos hombres que solían ser amigos
Danza siniestra bailan las espadas,
cual caníbales listos a comer
la carne de las presas capturadas,
y de su sangre sedientos beber
A una estocada sigue otra estocada
A un grito airado, otro grito airado
Una espada es más fuerte que otra espada
Un soldado derriba a otro soldado
En la tierra la sangre es derramada
de un corazón que ha sido traspasado
Poco después termina la batalla
El joven, de su amigo vencedor,
recibe como premio una medalla
en reconocimiento a su valor,
pero su corazón la paz no halla
Es su medalla un profundo dolor
Ha sido por el filo de una espada
traspasado el corazón de un soldado
Una espada, aún más afilada,
al otro corazón ha traspasado,
y en ese corazón sigue clavada
la pena del amigo al que ha matado
Muchas veces el teatro del mundo
escenas como ésta ha presentado
Historias reales de dolor profundo
dejaron corazones traspasados,
frutos del pecado, virus inmundo,
del cual estamos todos infectados
Aunque tú no hayas atravesado
de un amigo el corazón material,
es posible que hayas lastimado
de tu hermano la vida espiritual
Y son dos corazones traspasados,
porque tú sufres de tu hermano el mal
así como sufría aquel soldado
que dio a su amigo la herida mortal
Mas para tu corazón angustiado
tiene Cristo divina curación
Habla a tu hermano por ti lastimado
con palabras de reconciliación,
y los dos corazones traspasados
extenderán los brazos del perdón
para vivir en amor abrazados,
dos corazones en un corazón
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
© 2024 PastorPedroRodriguez.com