Alcanzando mis metas
Pedro Héctor Rodríguez
“Lo logré”, solía decir, cuando una meta alcanzaba;
y con bagazo de orgullo, mi corazón se llenaba
“Soy hábil e inteligente, creativo y esforzado;
y por eso”, me decía, “esta meta he alcanzado”
Hoy reconozco que Dios es mi poder y mi guía
Sin su mapa y su motor, mis metas no alcanzaría
Su mapa es la Santa Biblia; por él, palabra inspirada,
que me da en claros principios, la ruta necesitada
Su motor es el Espíritu, ese ser santo y divino,
que aclara el mapa y me da las fuerzas para el camino
Hoy, cuando una meta alcanzo, ya sin bagazo de orgullo,
sé que el éxito logrado no es mío, sino que es suyo
Porque todo lo que soy, lo que tengo y lo que alcanzo,
ya fue comprado con sangre por Cristo el cordero manso
A mi meta más ansiada, la nueva Jerusalén;
con su mapa y su motor, habré de llegar también
Por llevarme, victorioso, a mi meta celestial;
a mi Cristo adoraré por los siglos sin final
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Amor, esa palabra misteriosa
Pedro Héctor Rodríguez
Amor, esa palabra misteriosa,
tan malentendida, tan abusada,
que llamamos amor a cualquier cosa,
aún a una pasión desenfrenada
¿Por qué llamar amor al egoísmo,
en que agradar al yo es el motivo,
que sólo busca el placer de sí mismo;
sentimiento enfermizo y posesivo?
Ni el noble sentimiento de ternura
por alguien con belleza y simpatía,
puede alcanzar del amor la estatura,
puede igualar del amor la armonía
Amor, del Creador la misma esencia
Solamente de Dios, el amor viene
Misterio incomprendido por la ciencia
Sólo quien tiene a Dios, el amor tiene
Amor, el poder originador
de todo lo que es justo y lo que es bueno,
que puede disfrazarse de dolor,
para luego brindarnos gozo pleno
El amor, manantial de sacrificio
El amor, torrente de abnegación
No procura su propio beneficio
Hacer el bien es su satisfacción
Amor es un altar para inmolarse
Es un arado para trabajar
Es sin reservas, por entero darse,
sin recompensa immediata esperar
Amor es orar por el enemigo,
como Jesús por sus verdugos hizo
Es extender una mano de amigo
a quien enfangado yace en el piso
Amor es alertar al que está errando,
con la noble intención de restaurar
En el buen barco seguir navegando,
para evitar que vaya a naufragar
Amor, esa palabra misteriosa,
con sangre escrita por Cristo en la cruz
No llamemos amor a cualquier cosa
Amor es redimir como Jesús
Miremos a Jesús, que ejemplifica
el amor con su sangre generosa,
y entenderemos lo que significa
amor, esa palabra misteriosa
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com. También forma parte de mi libro "Amor de esposos"
Tormenta y esperanza
Pedro Héctor Rodríguez
Nos muerden con temores las fauces de la guerra
De más guerras rumores, el temor acrecientan
Violentos terremotos, potentes huracanes,
crímenes horrorosos en campos y ciudades
Hambres y pestilencias, horribles cataclismos
Mal uso de la ciencia, que anima al ateísmo
Los vicios, alimentos de la inmoralidad
Las mentes, basureros de fétida maldad
Carnal materialismo, negocios portentosos;
ilusos espejismos del mundo vanidoso
Religión engañosa que arrulla a pecadores
Señales prodigiosas de fatuos esplendores
Son densos nubarrones que presagian tormenta,
con vientos aún peores: La tormenta más cruenta
La que derribará arenosos cimientos,
y sólo dejará de roca fundamentos
Veremos cara a cara la más dura tormenta,
pero ilusiones falsas a la gente alimentan
Las ilusiones falsas se desvanecerán
como paja quemada: La tormenta vendrá
Mas tras de la tormenta, alumbra una esperanza
De jesús la promesa nos llena de confianza
Al huracán rugiente, seguirá la bonanza
El regreso inmimente de Cristo es la esperanza
El cáliz del dolor primero hay que apurar,
porque quiere el Señor al oro refinar
Mas oro debe hallar en nuestros caracteres,
que pueda refinar Jesús, divino orfebre
Es el mismo Jesús el que provee el oro,
el que da en plenitud el celestial tesoro
Y luego lo refina con fuego de tormenta,
las pruebas de la vida, donde la escoria quema
Ya la tormenta viene; busquemos hoy el oro
Es Jesús quien provee el celestial tesoro
Ya viene la tormenta; la sigue la bonanza
Es Jesús que regresa; Jesús es la esperanza
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Este rincón insignificante
Pedro Héctor Rodríguez
En el infinito espacio, un punto apenas visible,
escenario de tragedias y de crímenes horribles
Imperio de la maldad, de la muerte y del dolor,
donde levantó su trono, del mal el emperador
Pero a este seco desierto, rincón insignificante,
descendió el amor de Dios como lluvia refrescante
Vino a este rincón Jesús, el Creador encarnado
Vino a quitar de esta tierra el imperio del malvado
El fue el cordero de Dios que vino a ser inmolado
Vino a darse en sacrificio para quitar el pecado
Al punto apenas visible, al imperio de maldad,
bajó el Rey del Universo, en harapos de humildad
Y a este seco desierto, rincón insignificante,
descenderá el nuevo Edén con su río refrescante
Y será del Universo el centro de educación,
para estudiar por los siglos el plan de la salvación
Este poema forma parte de mis libros "No desmayes, peregrino" y "Ven a buscarnos, Señor", los cuales pueden ser adquiridos en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
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