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Esta pregunta haré
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Esta pregunta haré
Pedro Héctor Rodríguez
A veces mis amigos que comparten mi fe
dicen: -“Al ver a Cristo, esta pregunta haré”
Cosas que en esta tierra no pudieron saber,
al llegar a la Patria, tratarán de entender
Cosas que los hicieron muy perplejos quedar,
querrán que el mismo Cristo les pueda allá explicar
Alguien preguntará: -“¿Por qué cuanto más fiel
contigo me portaba, más probaba la hiel?”
Quizás alguien pregunte: -“¿Por qué tan escabroso
fue a veces el camino en vez de ser hermoso?”
Al menos ellos piensan que así preguntarán
cuando a la Patria Eterna salvados llegarán
Mas yo sé que a Jesús esta pregunta haré:
-“¿Por qué estoy en la Patria si tanto te fallé?”
Al llegar a la Patria, esta pregunta haré,
aunque creo que ahora la respuesta ya sé
Jesús responderá: -“Te permití la hiel
y el camino escabroso para que fueras fiel,
porque así me buscabas, y a mí siempre volvías
después de cada fallo, y de mí dependías,
porque mi amor eterno tu mirada atraía,
y mirándome andabas con tu mano en la mía”
Cuando vea a Jesús, esta pregunta haré
-“¿Por qué estoy en la Patria si tanto te fallé?
Y ésta es la respuesta que creo que oiré:
-“Porque mi amor te atrajo, y yo te restauré”
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
La historia del gran amor
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La historia del gran amor
Pedro Héctor Rodríguez
La historia del gran amor es la historia de Jesús
El era el Verbo con Dios, y como Dios era luz,
pero en hombre se tornó para morir en la cruz
El recibía en el cielo la alabanza y el loor,
pero descendió a este mundo de miseria y de dolor,
para mostrar a los hombres, de Dios el eterno amor
El que formara los astros con su infinito poder,
vino a la raza caída, en un establo a nacer,
y en supremo sacrificio, por el hombre perecer
El, siendo perfecto y justo, como un injusto murió
Allá en el monte Calvario nuestros pecados pagó,
y sobre el madero cruel, en su cuerpo los llevó
El, siendo autor de la vida, fue condenado a morir
Una ignominiosa cruz le obligaron a sufrir,
y con injurias y mofas le llegaron a escupir
En él estaba la vida, que en abundancia ofreció,
mas la ingratitud humana con la muerte le pagó,
y cual cordero inmolado, al sepulcro descendió…
Mas no pudo retenerle por siempre la piedra fría
El gran autor de la vida a la muerte allí vencía,
y hoy la tumba de Jesús es una tumba vacía
El Cristo resucitado a los cielos ascendió
La marca de sus heridas ante el Padre presentó,
y Dios, en nuestro favor, su sacrificio aceptó
Satanás quiso humillarlo, mas Dios le glorificó
Quiso arrancarle la vida, mas Cristo resucitó
Quiso hundirlo en el abismo, pero él al cielo ascendió
Mas no dejó abandonados a sus hijos el Señor
Hoy sigue siendo en el cielo, nuestro fiel intercesor,
y su Espíritu nos brinda como buen Consolador
Hoy Jesús llama a la puerta del humano corazón,
le ofrece paz y consuelo, le brinda dicha y perdón,
y cual supremo regalo, le ofrece la salvación
Pero la historia de amor aún está por terminar,
porque Cristo ha prometido en su gloria regresar,
para llevar a su pueblo a un bello y eterno hogar
Sí…
Muy pronto se ha de cumplir la milenaria promesa
Descenderán de su trono el dolor y la tristeza,
y reinarán para siempre el amor y la pureza
La Nueva Jerusalén, de celestial esplendor,
te invita a morar en ella, viendo el rostro del Señor
¡Oh… cuán dulce es el final de la historia de este amor!
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” 1 Juan 3:1
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
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Todo lo puedo en Cristo que me fortalece
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Todo lo puedo en Cristo que me fortalece
Pedri Héctor Rodríguez
Aunque la fuerza de mi cuerpo languidece,
aunque el vigor juvenil ya se desvanece,
y aún el entusiasmo vacila y decrece,
todo lo puedo en Cristo que me fortalece
Aunque el fiero enemigo mi senda entorpece
con obstáculos mil para que yo tropiece,
y avanzar, imposible, a veces parece,
todo lo puedo en Cristo que me fortalece
Aunque a veces la pena duele y me entristece,
y es mi gozo una niebla que desaparece
Aunque es mi vida un vapor que se desvanece,
todo lo puedo en Cristo que me fortalece
Porque el poder de Cristo siempre prevalece
cuando el débil humano su vida le ofrece,
y puede proclamar con una fe que crece:
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece
Y tú, sufrido amigo, que débil pereces,
y al perder tus batallas, mucho te entristeces,
al aceptar a Cristo, dí sin timideces:
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece
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Cuatro verdades que recordé ante la tumba
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Cuatro verdades que recordé ante la tumba
Pedro Héctor Rodríguez
Al callado cementerio
un día fui a caminar,
y una tumba muy hermosa
me detuve a contemplar
Era una tumba opulenta
de mármol resplandeciente
El lujo que derrochaba
admiré calladamente
Sobre la lápida escritos,
pude leer los honores
que al difunto tributaron
parientes y admiradores
Viendo el lujo y el honor
que le habían ofrecido,
pensé que un ser honorable
el difunto había sido
Por el triste cementerio
continué mi caminar,
y al llegar ante otra tumba,
allí me puse a observar
Ni lápida con honores,
ni mármol resplandeciente
ornaban aquella tumba,
quizás la de un indigente
Un montículo pequeño,
cubierto de matorrales,
era el mísero depósito
de aquellos restos mortales
Por un momento pensé
que en la tumba miserable
no yacía un ser valioso,
mucho menos honorable
Oh, qué actitud insensata:
Juzgar lo que no sabemos,
y valorar a la gente
tan sólo por lo que vemos
Pero estas cuatro verdades
aquel día recordé,
cuando ante la tumba fría
un poco reflexioné
La verdad es que ante Dios
todos somos muy valiosos,
porque Cristo nos compró
por un precio fabuloso
La verdad es que el honor
no puede el cielo comprar
Sólo la sangre de Cristo
puede a la gente salvar
La verdad es que el humano
es imperfecto e injusto,
y sólo el Dios santo y bueno
es el juez perfecto y justo
La verdad es que los muertos
nada pueden ya cambiar,
ni la persona honorable,
ni el que solía mendigar
Sólo los vivos podemos
cambiar nuestra situación,
si hoy a Cristo aceptamos
para nuestra salvación
De la Palabra de Dios,
que en mi corazón retumba,
estas son cuatro verdades
que recordé ante la tumba
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