¿Por qué no lo recibieron?
Pedro Héctor Rodríguez
¿Por qué no lo recibieron, si vida eterna traía?
¿Por qué en un humilde establo, el Hijo de Dios nacía?
Porque venganza y orgullo, los corazones cegaban
de los líderes soberbios que amar a Dios profesaban
Porque querían tener un poderoso guerrero
que los librara del yugo del opresor extranjero
Porque esperaban un rey con pompa y con opulencia,
para un reino terrenal, establecer con potencia
Y el niño Jesús venía sin el encanto mundano
ni la opulencia ostentosa, que exige el orgullo humano
Venía manso y humilde, con un tierno corazón,
al enfermo y desvalido, a atender con compasión
Del opresor extranjero, no los venía a librar
De la opresión del pecado, los venía a rescatar
Amor por los enemigos, por precepto enseñaría,
y por sus propios verdugos, perdón a Dios pediría
Y así iba a dar su vida, sin discutir ni luchar
porque el pecado de todos, con su muerte iba a pagar
Pero no lo recibieron; perdieron su salvación
que perdona los pecados y transforma el corazón
Querido amigo, tú enfrentas también esa decisión,
la de recibir a Cristo con humilde corazón
Ven al que manso y humilde, te quiere hacer descansar,
y que de orgullo y soberbia, puede tu alma librar
Abrele tu corazón y recíbelo, humillado
Con su sangre poderosa, él lavará tu pecado
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo,
Y mientras contigo mora, de su paz te inundará,
y un día, ya muy cercano, al cielo te llevará
Pero mientras llega el día, tu experiencia contarás,
y a recibir a Jesús a otros animarás
¿Por qué no lo recibieron?.. Porque hambrientos de grandeza,
llenos de orgullo y soberbia, no apreciaron su belleza
Te invito, querido amigo, a ser humilde y abrir
la puerta del corazón, y a tu Cristo recibir
La vida provechosa
Pedro Héctor Rodríguez
Es la vida tan fugaz,
que aprovecharla es deber
Sólo ocúpate en lo bueno,
y hallarás sano placer
A Dios consagra tu vida,
llévalo en tu pensamiento,
y a predicar su mensaje
dedica todo talento
Así tu vida estará
con el Dios eterno unida,
dejando de ser fugaz
para ser eterna vida
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Se fue mi juventud, mas no se fue mi vida
Pedro Héctor Rodríguez
Se fue mi juventud ¡Oh, juventud, querida!
Pero no está mi alma ni muerta ni vencida
Se fue mi juventud, mas no se fue mi vida
Se fue mi juventud, mas no soy un objeto
que cuando ya está viejo, se declara obsoleto
En las manos de Dios soy perfecto y completo
Se fue mi juventud, mas no se fue mi vida
Aún me quedan fuerzas para empuñar la brida,
para guiar los pasos del corcel de mi vida
Se fue mi juventud, pero hay mucho que hacer
Y no sólo a los jóvenes los convoca el deber
El deber llama a todos, y debo responder
Se fue mi juventud, pero hay necesitados,
y aún tengo muchas cosas que el Señor me ha prestado,
para que yo comparta con los necesitados
Se fue mi juventud, pero se necesitan
todos los corazones que con amor palpitan,
para dar el amor que tantos necesitan
Se fue mi juventud, pero amo a mi Cristo,
y a adorarle y servirle, puedo estar siempre listo
Se fue mi juventud, pero aún tengo a Cristo
Se fue mi juventud, pero aún tengo vida
para aliviar dolores, para sanar heridas
Se fue mi juventud, mas no se fue mi vida
Isaías 40:29-31
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
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Lo que hace falta
Pedro Héctor Rodríguez
Hacen falta cristianos bondadosos y amantes,
que mitiguen las penas de un mundo agonizante,
que alienten a la viuda, y al huérfano consuelen,
que vistan al desnudo, y pan al pobre lleven
Hacen falta incansables y abnegados obreros,
que la viña de Cristo cultiven con esmero,
que no escatimen fuerzas, ni recursos, ni dones,
en la santa cosecha de ganar corazones
Hace falta santidad en el pueblo del Señor
Llevar en el corazón, escrita su ley de amor
Que seamos como faros, lanzando rayos de luz
sobre un mundo pecador que no conoce a Jesús
Hace falta que, al hablar, no manchen nuestros labios
impúdicas palabras, ni dañinos agravios
Que broten del corazón, no palabras ociosas,
sino frases perfumadas con fragancia de rosas
Hace falta que no haya ni quejas, ni lamentos,
sino cantos de gozo y de agradecimiento,
Que con el empuje de una fe poderosa,
derribemos los muros de la duda insidiosa
Hace falta escudriñar la Palabra de Vida,
que por la senda estrecha, a caminar convida,
y buscar en oración entendimiento y poder,
para hallar su voluntad y poderla obedecer
Hace falta pensar más en la promesa hermosa
del Espíritu Santo, que en cualquier otra cosa
Llegar a reconocer nuestra pobre condición,
y unirnos para implorar del Espíritu la unción
Hace falta que todos nos amemos mucho más,
para que el mundo sepa que Cristo es la verdad,
que echemos de nosotros el orgullo maligno,
y a Jesús imitemos, siendo humildes y dignos
Hace falta entregarnos a Cristo por entero,
y predicar con poder su mensaje postrero
Hace falta destronar al yo que quiere reinar
Hace falta que Jesús ocupe el primer lugar,
y sea en nuestras vidas Supremo Soberano
Hace falta que seamos verdaderos cristianos
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
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