Mujer querida
Pedro Héctor Rodríguez
A Anita, la maravillosa compañera de mi vida
En su cumpleaños, Junio 25, 2011
Por donde pasas dejas huellas de amor
Perfumas el ambiente, fragante flor
Lo que tocas conviertes en plata y oro
A otros enriqueces, rico tesoro
Tu amor en mí has grabado, día tras días día
Tu perfume ha impregnado la vida mía
Tú me has enriquecido, rico tesoro
Mi corazón tornaste en plata y oro
Gracias por tanto amor, tanta riqueza,
tanto perfume grato, tanta belleza
Gracias a Dios, mujer, por darte vida
Cumpleaños feliz, mujer querida
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com. También forma parte de mi libro "Amor de esposos"
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
La cumbre y el abismo
Pedro Héctor Rodríguez
Aquí estoy en la cumbre; abajo está el abismo
Son extremos opuestos, reflejos de mí mismo
Cuando me aferro a Dios, con él la cumbre alcanzo
El me alza en sus brazos, de paz y amor remanso
Cuando descuido a Dios, a la deriva quedo,
y sin amor ni paz, hasta el abismo ruedo
Abajo en el abismo, la estridencia y el frío,
el lodo pestilente, el entorno sombrío
Oh, cuánto anhelo siempre, estar aquí en la cumbre,
para que el sol divino me caliente y me alumbre
Y aspire la fragancia del Edén celestial,
y llegue a mis oídos un canto angelical
Señor, dame las fuerzas para de ti aferrarme
Contigo aquí en la cumbre, quiero, Señor, quedarme
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
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No dejo de ser papá
Pedro Héctor Rodríguez
Siendo un joven soñador, tener hijos yo anhelaba
A mi primera princesa, en mis sueños, yo arrullaba
Planeaba ser cariñoso, a mis hijos proteger,
y educarlos en el bien; quería un buen padre ser
Con mi corazon de miel, mi mirada vigilante,
y mi bondad de cordero, sería un padre triunfante
Quería dar a mis hijos las alas para volar,
enviarlos en su vuelo, y sentarme a descansar
No mucho tiempo después, a una princesa arrullaba
Mi sueño de ser papá a realizarse empezaba
Luego dos princesas más y un príncipe me nacieron
Mis príncipes, a mi reino, gozo indecible trajeron
También trajeron desvelos y montañas que escalar
Me costó sudor y lágrimas alas a mis hijos dar
Mas finalmente, volaron; llegó el tiempo de alcanzar
la otra escena de mis sueños: El sentarme a descansar
¿Descansar siendo papá? Ingenua y vana ilusión
Aunque mis críos volaron, mis hijos por siempre son
Ellos tienen sus desvelos, sus montañas que escalar
Yo me desvelo con ellos en sus sueños de triunfar
No dejo de ser papá, y no voy a descansar
hasta que, con mis hijitos, al cielo pueda volar
Dedicado a mis cuatro príncipes, Betty, Lily, Diana y Misael; y a mi reina Anita, quien ha estado conmigo en el gozo indecible, en los desvelos, en las montañas, en el sudor y en las lágrimas.
Junio 2011
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Tiempo de callar y tiempo de hablar
Pedro Héctor Rodríguez
Si filosas palabras, ya a punto de brotar,
van a causar heridas, es tiempo de callar
Si pueden mis palabras las heridas sanar
Si pueden ser un bálsamo, es el tiempo de hablar
Si escucho de alguien algo, que trae mal olor,
es tiempo de callar, por prudencia y amor
Si puedo reprender sin ofensas ni agravios,
si aroma sanador pueden verter mis labios
Si puedo consolar al triste arrepentido,
es el tiempo de hablar ungüento en sus oídos
Porque Dios nos enseña que hay tiempo de callar,
cuando ese tiempo llega, es imprudente hablar
Porque Dios nos enseña que hay tiempo para hablar,
cuando ese tiempo llega, es cobarde callar
¡Si recoger pudiera palabras que ya hablé!
¡Si pronunciar pudiera palabras que callé!
Mas la cinta pasada no puedo ya editar
Las palabras regadas no puedo ya juntar
Ni puedo interpolar palabras que faltaron
las que, por cobardía, escondidas quedaron
Lo que sí puedo hacer es a Cristo imitar,
y el resto de la cinta, con éxito grabar
Señor, cierra mis labios, si es tiempo de callar.
Pon en mí tus palabras, si es el tiempo de hablar
Eclesiastés 3:7
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
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