Gracias, amiga conciencia
Pedro Héctor Rodríguez
He buscado mil excusas, pero ninguna ha servido
Nada puede reemplazar al deber que no he cumplido
Ninguna excusa me libra de ese látigo inclemente,
que en manos de la conciencia, me castiga duramente
No hay paz en mi corazón hasta que cumplo el deber
La conciencia entonces da a mi corazón placer
Mas, de pronto, la conciencia me castiga nuevamente
Flagela mi corazón con su látigo inclemente
-¿Por qué si cumplí el deber, nuevamente me torturas?
¿Por qué me tratas, conciencia, de una manera tan dura?
-Porque llegaste a sentirte como el fariseo necio,
quien creyéndose muy justo, habló de otro con desprecio
Porque después de cumplir el conocido deber,
creíste que eso te daba el derecho a salvo ser
Y no agradeciste a Cristo por morir para salvarte,
y antes de cumplir deberes, por gracia justificarte
-Gracias, conciencia por darme el castigo merecido,
por golpear mi corazón, cuando del deber me olvido
Y porque cuando presento obras para salvación,
también corriges con látigo a mi necio corazón
Gracias, buena y fiel amiga, por tu constante presencia
Por tus castigos de amor, gracias, amiga conciencia
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo