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La hora decisiva del mundo

Pedro Héctor Rodríguez

 

Es aquella la hora decisiva del mundo,

porque se halla Jesús en abismo profundo;

la copa del dolor, en su mano temblando,

y en horrible agonía, a su Padre clamando

 

“Pase de mí esta copa, Oh Padre, si es posible”

(Es una copa amarga, es una copa horrible)

Pero Jesús añade, rendido en humildad:

“No sea lo que yo quiero, sino  tu voluntad”

 

En busca del apoyo que está necesitando,

a sus amigos llega, a quienes dejó orando,

mas no escucha oración ni voz consoladora

Sus discípulos duermen en tan solemne hora

 

Jesús, a sus amigos, reprende con amor;

y de nuevo ante el Padre presenta su clamor,

pidiendo ser librado, si resulta posible,

de copa tan amarga, de copa tan horrible

 

El clama desde el fondo de su abismo profundo,

en aquella, la hora decisiva del mundo;

porque sobre una cruz tendrá que ser clavado,

y cargará en su cuerpo cada sucio pecado

 

Y al avanzar la hora decisiva del mundo,

siente Jesús su abismo cada vez más profundo

Siente que, de su Padre, separado será,

y del profundo abismo ya nunca más saldrá

 

Recuerda  a sus discípulos, a quienes dejó orando,

y otra vez viene a ellos, simpatía buscando;

pero en aquella hora decisiva del mundo,

los encuentra sumidos en un sueño profundo

 

Y otra vez clama a Dios desde el hoyo profundo,

en aquella, la hora decisiva del mundo:

“Padre, pase de mí, si resulta posible,

la copa tan amarga, la copa tan horrible”

 

Es tanta su agonía, que es sangre su sudor

Jamás nadie sufrió tanta angustia y horror

Jamás nadie tocó abismo tan profundo

Es aquella la hora decisiva del mundo

 

Es aquella la hora decisiva del mundo,

porque allí desde el fondo de su abismo profundo,

Jesús puede salir y olvidar su misión,

y dejar que suframos eterna perdición

 

Pero sudando sangre, en el Getsemaní,

El acepta la copa, pensando en ti y en mí;

la copa tan amarga, a fin de que tengamos 

las delicias eternas, y que con él vivamos

 

Porque Jesús bajó hasta lo más profundo,

en aquella, la hora decisiva del mundo,

tú y yo disfrutaremos para siempre con él

A Dios sea la gloria, y a su Hijo Emanuel

 

 

 Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com  

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