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Tormenta y esperanza

Pedro Héctor Rodríguez

 

Nos muerden con temores las fauces de la guerra

De más guerras rumores, el temor acrecientan

 

Violentos terremotos, potentes huracanes, 

crímenes horrorosos en campos y ciudades

 

Hambres y pestilencias, horribles cataclismos

Mal uso de la ciencia, que anima al ateísmo

 

Los vicios, alimentos de la inmoralidad

Las mentes, basureros de fétida maldad

 

Carnal materialismo, negocios portentosos; 

ilusos espejismos del mundo vanidoso

 

Religión engañosa que arrulla a pecadores

Señales prodigiosas de fatuos esplendores

 

Son densos nubarrones que presagian tormenta, 

con vientos aún peores: La tormenta más cruenta

 

La que derribará arenosos cimientos, 

y sólo dejará de roca fundamentos

 

Veremos cara a cara  la más dura tormenta, 

pero ilusiones falsas a la gente alimentan

 

Las ilusiones falsas se desvanecerán 

como paja quemada: La tormenta vendrá

 

Mas tras de la tormenta, alumbra una esperanza

De jesús la promesa nos llena de confianza

 

Al huracán rugiente, seguirá la bonanza

El regreso inmimente de Cristo es la esperanza

 

El cáliz del dolor primero hay que apurar, 

porque quiere el Señor al oro refinar

 

Mas oro debe hallar en nuestros caracteres, 

que pueda refinar Jesús, divino orfebre

 

Es el mismo Jesús el que provee el oro, 

el que da en plenitud el celestial tesoro

 

Y luego lo refina con fuego de tormenta, 

las pruebas de la vida, donde la escoria quema

 

Ya la tormenta viene; busquemos hoy el oro

Es Jesús quien provee el celestial tesoro

 

Ya viene la tormenta; la sigue la bonanza

Es Jesús que regresa; Jesús es la esperanza

 

Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com

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