Náufragos del Titanic
Pedro Héctor Rodríguez
El Titanic tropezó,
en la noche oscura y fría,
con un témpano de hielo
Horas más tarde se hundía
Tripulantes y viajeros
que trataban de salvarse,
agarrarse procuraban
de cualquier cosa flotante
Escuchemos esta historia
que allá en Hamilton, Ontario;
en una iglesia contó
de aquel naufragio un salvado
-“Aquella noche en el agua,
torturado por el frío,
queriendo sobrevivir,
luchaba a brazo partido
“De repente me encontré
frente a un hombre que flotaba
El me hizo una pregunta
con penetrante mirada
“ '¿Eres salvo?' dijo el hombre,
en quien yo reconocí
al predicador John Harper;
quien también luchaba allí
“ 'No soy salvo pastor Harper'
El entonces me exhortó
con palabras de la Biblia
que pronunció con pasión
“ 'Cree en el Señor Jesús
Cree, y salvo serás'
Pero apenas dijo esto
no lo pude ver ya más
“Mas el vaivén de las aguas
nos reunió nuevamente
y nuevamente John Harper
me preguntó ansiosamente:
“ 'Y ahora, ¿Eres ya salvo?'
Y yo, con sinceridad,
le dije: 'Salvo no soy
Esa es la pura verdad'
“El, de nuevo, con pasión
dijo: 'Cree en el Señor
Jesucristo y serás salvo'...
Harper era un buen pastor
“Al instante, nuevamente,
a Harper perdí de vista
y en la oscuridad y el frío
anhelé la eterna vida
“Las palabras del pastor
calentaron mi alma fría
y a mi Salvador Jesús
entregué la vida mía
“No sabía si del agua
alguien sacarme podría;
pero allí yo fui salvado
porque Cristo me dio vida
“Harper no sobrevivió,
pero en su postrera hora
ganó para Cristo un alma
que hoy a Jesús adora
“Soy el último converso
de John Harper, el pastor,
que hacia las almas perdidas
estaba lleno de amor”
Así contó su experiencia
con el buen predicador,
el hombre que por su medio
encontró a su Salvador
¡Qué ejemplo para imitar!
En sí mismo no pensaba
Aún al borde de la muerte
procuraba salvar almas
Y tú, mi querido amigo,
que también has naufragado,
y que a punto estás de ahogarte
en este mar de pecado
Como el hombre de la historia,
cree en Jesús, el Señor,
Tú también has de ser salvo
por su poder y su amor
Basado en una anécdota publicada en “SURE AS THE DAWN” Daily Meditations for Adults por Donald Ernest y Vesta West Mansell (Copyright 1993) Review and Herald Publishing Association. Lectura correspondiente a Noviembre 13.
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